viernes, 27 de diciembre de 2013

Las lavandeiras (Quiroga)/ (Ribeira Sacra)

    Hay una leyenda que habla de las misteriosas y profundas aguas del río Sil, en la Ribeira Sacra, en la provincia de Ourense, como un lugar de intrigantes cuevas y pasadizos, amores imposibles y seres mitológicos que habitan en sus profundidades.

    Cuanta la leyend que la hija de un noble de Quiroga le gustaba recorrer los montes de los alrededores vestida con ropas vulgares, con el objetivo de pasar desapercibida entre la gente humilde.

    En una tarde de otoño encontró en uno de sus paseos a un joven cazador, que venía de cazar un ciervo con nu ballesta. La doncella, cuya hermosura según se cuenta era la de un hada, se dio a conocer como perteneciente al castillo de Quiroga, mientras que el joven lo hizo como vasallo del señor de Osorio, de Castro Caldelas. Mismamente, la belleza de ambos hizo que se enamoraran en ese mismo instante el uno del otro. Éstes acordaron mantener más encuentro.

    Aquellos encuentros tenían lugar a orillas del Sil y al hacerse frecuentes llegaron a oídos del padre de ella. Don Pedro de Quiroga, que así se llamaba, consideraba a los de Castro Caldelas sus adversarios e indignos de pretender a su hija, motivo por el cual le prohibío volver a ver al chico cazador.

    A pesar de todo, los enamorados se encontraron otra vez en seguida, puesto que había un pasadizo que comunicaba el castillo de Quiroga con un túnel que pasaba por debajo del río Sil y llegaba hasta el castillo de Castro Caldelas. Sin embargo, el padre de la chica se dio cuenta rápido de lo que pasaba y considerándolo un ultraje decidió imponer un castigo a ambos chicos.

    Así, una vez que los amantes entraran dentro del pasadizo para correr uno a los brazos del otro, el padre de ella mandó a sus hombres cerrar las dos entradas del túnel con una gran cantidad de rocas para que éstas no se pudieran volver a abrir.

    De esta forma, se quedaron, bajo las aguas del río Sil, los amantes para siempre.

    De ellos también cuenta la leyenda que fueron progenitores de las lavandeiras, esos seres mitológicos que la creencia popular sitúa en las aguas de este río, y de las que se cree que lavan y pulen las pepitas de oro que el río Sil deposita en su lecho.


viernes, 20 de diciembre de 2013

La recadera (Mondoñedo)

    Se cuenta que un hombre de Silán, en Mondoñedo, se puso a comer al lado de una roca.  En ese preciso momento un pájaro se acercaba a él; miró en el lugar en el que el pájaro había metido y, al no ver ningún agujero ni camino, levantó una pequeña piedra y, al alzarla, encontró un gran tesoro. Había tanta plata y tanto oro, que al hacerse rico el descubridor, donó toda la plata con las que están hechas la cruces parroquiales de las iglesias de Valadouro. 

    Un día un vecino de Viloalle supo que en Madrid había un libro en el que aparecían todos los lugares donde se habían encontrado tesoros. Fue a buscarlo y al abrilo se dio cuenta de que todos los nombres que en él aparecían son los mismos que actualmente.


    

viernes, 13 de diciembre de 2013

El obispo y los normandos (Mondoñedo)

    Sobre el año 1100 llegaron a las orillas de Ribadeo una gran cantidad de naves que venían de tierras nórdicas. Se sabía de veces anteriores que eran fuertes y atrevidos; por eso la gente al conocer la mala noticia, huyeron presas del pánico y llevando todo lo que tuvieran de valor.

    Pronto se supo también en Viveiro de esas embarcaciones que se acercaban a robar todo cuanto fuera posible, matando sin compasión a quien quisiera impedirlo, y al igual que en Ribadeo, todos escaparon despavoridos.

    Algunos que iban a caballo llegaron a Mondoñedo, y fueron a darle la noticia al obispo don Gonzalvo para que dispusiera a sus hombres de armas y poder hacerles frente a aquellos piratas.

    Pero, el pobre obispo, ya viejo, que jamás empuñara una espada, mandó llamar a los feligreses de las parroquias de los alrededores, para darles un sermón.

    - Hermanos: Me dicen que aquellos temidos normandos volvieron a nuestras tierras. Ellos son fuertes y nosotros débiles; ellos tienen armas y nosotros solo tenemos hoces y azadas para el trabajo. ¡Qué Dios se apiade de nosotros! Pidámosle que nos ayude, y rogémosle humildemente que nos ayude a enfrentarnos a ellos. Nuestra fe es lo único que puede salvarnos.

    Pidió enseguida que le trajeran una cruz, y con ella al hombro comenzó a caminar hacia el mar, donde estaban las naves enemigas, cantando una serie de plegarias.

    Todos lo siguieron, en el camino y en las plegarias. Y así fueron hasta un lugar donde se divisaba el mar, y a lo lejos, la gran cuantía de naos que se mecían con el viento que empezaba a soplar.

    La gente, miedosa, decía:

    - ¡Los veis, por allí vienen!
    - ¿Son muchos?- preguntó el obispo, que por su avanzada edad no veía bien.
    - Son tantos que no se pueden ni contar- le respondieron.
    - ¡Dios ayudará a sus hijos!- clamó el obispo, y arrodillándose comenzó a orar ante la cruz que portaba.
    
    Todos lo imitaron; y algunos lloraban asustados.
 
    Cuando después del rezo se levantaron, vieron como, empezando a tronar, algunos de los barcos zozobraban entre las grandes olas del mar.

    Prosiguieron su camino hacia el mar, y siempre que pasaban por algún otero desde donde se podían ver las agitadas aguas, se volvían a detener breves instantes; a hacer nuevas invocaciones y a ver con alegría como las embarcaciones normandas poco a poco iban naufragando.

    Llegaron a un cercado próximo a orillas del mar.

    - ¿Cuantos navíos se ven?- preguntó el obispo.
    - Solamente tres- respondieron felizmente.
    - ¡Dios se han compadecido de nosotros!- clamó don Gonzalvo arrodillado, imitándolo toda la gente.
   
    Cuando se levantaron, ya no quedaba ningún navío flotando sobre el mar, que iba amainando.

    Dicen las crónicas que en aquel lugar se contruyó una capilla, y que es muy milagrosa.


viernes, 6 de diciembre de 2013

Las cuevas del rey Cintoulo (Mondoñedo)

    Las cuevas del rey Cintoulo, están situadas en el monte da Farrapa, en Argomoso, tienen una longitud explorada de 5km. En su interior se encuentran estalactitas y otros tipos de formaciones naturales que le dan un carácter mágico y misterioso. 

    Hay dos leyendas que hacen referencia a estas cuevas:

    La primera cuenta que en la cueva hay una chica encantada que se peina con peines de oro, a la vez que se contempla en un espejo de plata. Quien desencante a la chica se casará con ella y será rico. Pero hay un problema, la cueva está custodiada por una enorme serpiente o dragón que devora a quien intente deshacer el hechizo. A pesar de todos los impedimentos, dos hermanos decidieron intentarlo, pero después de entrar en la cueva no se supo nada más de ellos.

    La segunda leyenda cuenta que en la antigüedad en el lugar donde a día de hoy está Mondoñedo, había otra ciudad llamada Bría.

    Reinaba el rei Cintoulo, que tenía su castillo donde en la actualidad está la cueva. Allí vivía también su hermosa hija, pretendida por muchos chicos.

   Tal día llegó el conde Hollvrudet, del que se enamoró, pero poco después apareció un viejo que venía decidido a casarse con la princesa, y de no aceptar, derrumbaría el castillo. El conde decidió enfrentarse al anciano, y justo cuando le estaba clavando la espada, sonó un trueno que derrumbó la ciudad y el castillo. Cuando el conde recobró el conocimiento, en el lugar solo había una cueva.

   Y la tradición popular afirma que la princesa Xila, está esperando al chico que se atreva a entrar en la cueva para liberar el hechizo que la tiene encerrada allí dentro.



viernes, 29 de noviembre de 2013

El puente del pasatiempo en Mondoñedo

    Es sabido que tras la muerte del rey Enrique IV los nobles se dividieron en dos bandos: unos se pusieron de parte de Isabel y otros de Juana, la hija del rey. En Castilla vencieron los que apoyaban a Isabel, aunque en Galicia tenían mayor fuerza los que defendían los derechos de Juana.

    Los defensores de Juana eran principalmente el conde de Lemos, el de Soutomaior y el mariscal Pedro Pardo de Cela. Partidario de Isabel fue el señor Diego de Andrade entre otros.

    Los Reyes Católicos enviaron a Galicia, un ejército comandado por el capitán Mudarra ycon García de Chinchilla, con la orden de hacer justicia.

    La lucha continúo durante tres años, hasta que, viendo difícil vencer a los partidarios de Juana, los defensores de Isabel y de Fernando recurren a la traición y consiguen así dominar a sus contrarios. Al conde de Soutomaior, lo mataron; el de Lemos murió; y al mariscal Pedro Pardo de Cela le obligan a abrir las puertas del castillo de Frouseira para Mudarra. El mariscal y su hijo fueron juzgados por un tribunal, en Santiago de Compostela y condenados a muerte.

    Cuando la mujer del mariscal se enteró de la triste noticia, decidió presentarse ante la reina para implorar clemencia y partir hacia Valladolid, donde se encontraba esta.  

    Pero, el obispo de Mondoñedo, que tenía aversión hacia el mariscal porque éste no quiso entregarle algunos de los bienes de la mujer, que le fueran donados al tío de ella, ni tampoco dejar de cobrar las rentas que le fueran concedidas por el rey Enrique en aquel bispado, envió así a mensajeros para que no le concedieran el perdón real a Pardo de Cela.

    El obispo de Mondoñedo quería ver muerto al Mariscal antes de que su mujer lograra sacarlo, de esta forma consiguió adelantar el castigo.

    No obstante, el día del acto llegaron noticias de que Isabel venía con el perdón, y cabalgaba apresuradamente. El obispo pensó formas para "entretener" a la reina y que ésta no pudiera llegar a su destino a tiempo. De esta forma, envió a varios sacerdotes para que la entretuvieran.

    La reina quería seguir adelante, pero ellos seguían conversando con la mujer. Mientras tanto en la plaza de Mondoñedo el Mariscal y su hijo eran entregados al verdugo.

    Las cabezas rodaron por el suelo, y las campanas de la catedral tocaron a difunto. Fue en este momento, cuando la reina pudo entrar en la ciudad.
   
    Desde entonces los vecinos le llaman a este lugar el Puente del Pasatiempo.

 Catedral de Mondoñedo y estatua de Álvaro Cunqueiro.
Puente del Pasatiempo.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Leyendas de sirenas en la mariña lucense.

    Leyenda de los Mariños
    Esta leyenda forma parte del conjunto de tradiciones populares celtas comunes entre Bretaña, Cornualles, Gales, Galicia e Irlanda. Cuenta el origen del noble linaje bretón de los Mariños.

    Cuenta la leyenda, que hace mucho tiempo, existía un noble que vivía en tierras bretonas. Su nombre era Froilán, y era muy querido y apreciado por su sabiduría y su justicia.

    A Froilán le gustaba mucho la caza, pasear en su caballo por sus tierras, y hablar con sus gentes mientras hacia su recorido.

    En uno de esos tantos días, en los que estaba haciendo su paseo diario, vio desde un acantilado a una mujer acostada en la playa. Preso de una gran curiosidad, se acercó hasta ella. Se quedó muy asombrado y perplejo, al darse cuenta de que la mujer dormida sobre la arena tenía cuerpo de pez. Era una sirena.

    Cuando ella despertó y vio que Froilán la estaba mirando, quiso escapar, pero no pudo. Él la montó en su caballo y se la llevó al castillo. Cuando todos sus siervos las vieron se quedaron admirados por la hermosura de la sirena. La llamaron Mariña (Marina), por proceder del mar.

    Froilán y Mariña se enamoraron rapidamente. Pasaban todo el día juntos, montando a caballo y recorriendo las tierras del noble.

    A pesar de que Froilán, intentó que ella aprendiese a hablar, Mariña, quizás por su condición de sirena, no podía pronunciar palabra alguna. Cuando lo intentaba, solo podía emitir unos ruídos muy difíciles de comprender. Pero tal era el cariño de los enamorados, que decidieron casarse y al poco tiempo, tuvieron a su primer hijo. El tiempo pasaba y Mariña, seguía sin poder hablar. Esto le provocaba una gran dolor. Se sentía triste por no poder expresar su profundo amor y felicidad a Froilán y a su hijo.

    En la mágica noche de San Juan, y estando en una maravillosa fiesta, al son de las canciones, comiendo, y bailando en frente de las hogueras, Froilán, quien sabía el profundo miedo que Mariña sentía hacia el fuego, le arrebató al niño de sus brazos y salió corriendo con el pequeño hacia la hoguera, dando la impresión de que entrarían en las llamas. Mariña presa del pánico, y por miedo a perder a los dos seres que más quería en el mundo gritó desesperadamente:

    -¡Froilán! ¡Hijo!
     
    De esa forma, y gracias al susto, Mariña pudo pronunciar las palabras de su vida, y poco a poco aprendió a hablar. Hubo una gran celebración en el castillo y fue la mayor alegría y felicidad para Froilán, que vivió el resto de su vida feliz con Mariña.

    Años después, dos de sus descendientes, alcanzaron gran fama y popularidad en el reino de Galicia. Eran los Mariños, que dedicados a la poesía y a la música, fueron los compositores de una de las más hermosas composiciones líricas de los cancioneros gallegos medievales. 

    También varios integrantes de esta familia, participarían en las guerras contra los árabes, que se asentaron en los nuevos territorios del sur y contribuyeron a la riqueza de lo que sería el futuro reino de Portugal.   


viernes, 15 de noviembre de 2013

Leyendas de sirenas en la mariña lucense.

    La Mariña es un nombre que se le da a la zona situada en el norte de la provincia de Lugo. Los ayuntamientos que la integran están situados entre la franja costera bañada por el mar Cantábrico al norte, y por las sierras del Xistral, Lourenzá e Pousadoiro al sur. Por el este limita con Asturias, separada por el río Eo, y por el oeste limita con la provincia de A Coruña, separada por el río Sor.

    Tiene un patrimonio histórico muy importante, con su origen en la prehistoria. Hay numerosos dólmenes, castros, joyas y restos de la cultura castreña.

     Esta zona está poblada de leyendas referidas al mundo del mar y de las sirenas.

Leyenda de la Maruxaina
    Esta leyenda cuenta que delante del cabo San Cibrán, en el ayuntamiento de Cervo, hay unos islotes llamados "Os Farallóns". Se dice que allí vive una sirena llamada "Maruxaina". En los días de mal tiempo, Maruxaina sale de los islotes y llama con su canto a los marineros. Hay quien cree que sale para ayudar a los marineros en caso de peligro, pero también hay quien dice que su intención es atraerlos para que naufraguen.

    El pueblo de San Cibrán recuperó hace años una vieja tradición. Confeccionan una sirena de largos cabellos rubios. El segundo sábado del mes de agosto, por la noche, se lleva esta sirena desde Os Farallóns hasta la playa de San Cibrán. Allí es sometida a un juicio popular, en el que queda absuelta. Al acabar, vuelve a las islas, en las que pertenece todo el año.  

 

viernes, 8 de noviembre de 2013

La ciudad inundada de Boedo (Guitiriz).

    En Boedo había una ciudad. Por ella pasó un día la Sagrada Familia pidiendo comida, nadie se la quiso dar. Llegaron a una casa pobre donde los niños estaban junto a la "lareira" llorando de hambre. La mujer quiso atender a Jesús y a la Virgen; les dió posada, pero no tenía nada más que darles.

    La Virgen le dijo:
- Haga una tarta con ceniza.

    La mujer al principio se resistió diciendo que eso no podía ser posible, que no podía ligar ni formar masa; pero al fin, lo hizo. La Virgen entonces dijo:
- Pruébela, señora: es tan cierto que es una tarta cocida de trigo como que la ciudad de Boedo está inundada, por culpa de alguien malo, Dios destruye una ciudad.

    Se dice que desde entonces se escuchan campanas y un ruido que fue exhortado por un cura; pero aún existe un lugar llamado el "Pozo de la campana".


miércoles, 30 de octubre de 2013

Samaín (Samhain)

    Los antiguos pueblos celtas, llegado el final de octubre, solían celebrar una gran fiesta para conmemorar "el final de la cosecha", bautizada con la palabra gaélica de Samhain. Significa "el final del verano". Esta fiesta representaba el momento del año en el que los celtas almacenaban provisiones para el invierno y sacrificaban animales. Se acababa el tiempo de las cosechas y a partir de entonces los días iban a ser más cortos y las noches más largas. Los celtas creían que esta noche (31 de octubre), los espíritus de los muertos volvían a visitar el mundo de los mortales, de este modo encendían grandes hogueras para ahuyentarlos.

    Era la fiesta nocturna que daba bienvenida al Año Nuevo. La costumbre era dejar comida y dulces fuera de sus casas y encender velas para ayudar a las almas de los muertos a encontrar el camino hacia la luz.

    También adornaban el exterior de sus viviendas con nabos ahuecados (lo que posteriormente se haría con calabazas) con una luz interior, esculpidos con formas monstruosas, para ahuyentar a los malos espíritus. Además, encendían hogueras para mostrarles el camino a casa a los buenos y a los ancestros.

    Los druidas, sacerdotes de los celtas, salían por la noche y se vestían con pieles de animales, se pintaban la cara o usaban máscaras aterradoras y encendían grandes antorchas para asustar a los espectros y mantener a las fuerzas oscuras alejadas, de ahí lo de disfrazarse para Halloween.

    Al parecer, los celtas iban recogiendo alimentos por las casas para las ofrendas a sus dioses. Rituales que supuestamente incluían algún que otro sacrificio humano y para los que preparaban nabos huecos con carbón encendido en su interior, representando al espíritu que creían que les otorgaba poder. En esa mágica noche de rituales, se abría la puerta al más allá y los vivos y los muertos tenían la oportunidad de poder comunicarse.

   A pesar de ello, los irlandeses; entre otros pueblos de origen celta, como es el caso de Galicia, siguieron celebrando la tradición festiva de la noche de Samahin, el 31 de octubre desde el año 100 d.C.

  Posteriormente, con el cristianismo esta celebración se cristianizó pasando a denominarse como el día de todos los santos.



viernes, 25 de octubre de 2013

El "lobishome" de Cervantes.

    Moraba, hace ya mucho tiempo, en una pequeña aldea de las montañas de Cervantes un hombre arisco, que se encaprichaba por cualquier cosa y se enfadaba rápidamente.

    Este hombre tenía un hijo, un buen chico, amigo de las chicas y de las fiestas y romerías, y sobre todo muy trabajador. Él decía: "Cada cosa a su tiempo", y de acuerdo con tal dicho, así hacía.

    Pero el padre quería tenerlo trabajando en el huerto y no le hacía mucha gracia que su hijo se divirtiera, porque la diversión gastaba las fuerzas que se necesitaban para trabajar. Un día padre e hijo discutieron porque el chico quería ir a la fiesta de Pedrafita y el padre le insistía en que debía ir a hacer una queimada.

   -En un día de fiesta no se trabaja, que es pecado -decía el joven -; y en cuanto a la queimada se puede hacer cualquier otro día; pero, la fiesta, pasado el día, pasada la romería, y la fiesta se pierde.

   -Lo que no se puede hacer es ir de fiesta cuando hay algo por hacer.

    Ninguno de los dos quería echarse atrás con su opinión. Al final el padre se terminó enfadando y gritó:
   -¡Pues vete a la fiesta, y como vas detrás de las chicas, ojalá Dios permita que vayas detrás de las lobas!

    Una noche el chico se despertó en la cama; se sentía nervioso, y terminó vistiéndose y saliendo fuera. Una fuerza extraña lo empujaba hacia el monte y se echó a caminar cuesta arriba. Llegó a un campo y se echó en la hierba humedecida por el rocío de la noche. ¿Por qué hacía aquello? No lo sabía. Pero, en ese momento, cuando intentó levantarse, no pudo; estaba a cuatro patas, y a cuatro patas echó a correr hacia la cima del monte, aullando como un lobo, y detrás de las lobas anduvo como un perro dolorido.

    En la aldea se hablaba mucho de la desaparición del chico. Se hablaba también de un lobo que ya tenía matados a muchos corderos.

   El padre del joven desaparecido comenzó a pensar en el caso; se acordó de su maldición y se asustó.

   Entonces decidió ir a ver a una anciana muy mayor que tenía fama de "meiga" y le contó lo ocurrido.

   -¡La maldición del padre es lo peor que puede haber para un hijo! -le dijo la anciana -. Un padre no debe maldecir a su misma sangre. Pero, si es él, hay un remedio para volverlo a la vida de los humanos. No es nada fácil, pues se le puede causar la muerte, o él mismo te puede matar, porque sea como fuese perdió todo sentido humano.

   -¿Y qué debo hacer?

   -Intenta hacerle un corte; pero que no sea mortal, ni siquiera que sea una herida; porque si le hicieras daño, éste le quedaría al recobrar su ser.

   Salió pensativo el hombre de la casa de la anciana, y siguió pensando de vuelta a su casa en cómo debía hacer. Pero, aunque se viera en peligro de muerte, prefería morir que saber que su hijo estaba de esa forma.

   A la noche siguiente decidió ir en busca del lobo. No quiso llevar a nadie porque sería peligroso. Se armó con un cuchillo y se escondió al pie de un arbusto.

   A medianoche vió como el lobo se acercaba. Después sintió un ligero golpe, puede que el salto del lobo matando a un carnero. Con cuidado y sigilosamente, se acercó... ¡Allí estaba! Clavaba los dientes en la carne sin darse cuenta de su presencia.

   Como temiendo herir de más, le clavó en el lomo la punta del cuchillo que sacó rapidamente. El lobo se giró y lo amenazó mostrando sus afilados dientes. El hombre echó los brazos al pescuezo del animal, llamándole: ¡Hijo, hijo! y pidiéndole perdón, llorando.

    De repente la piel del lobo se empezó a abrir por la herida, y se fue desprendiendo del cuerpo. Se sacudió, se echó en la tierra y volvió a ser su hijo. Tal como era antes de la maldición.

viernes, 18 de octubre de 2013

La loba blanca (O Courel)

    Cerca de una aldea do Courel, vivía una manada de lobos que tenían por jefa una enorme loba blanca.
 
    Un día los lobos mataron a varios terneros de una corte, así que los habitantes de la aldea decidieron dar una batida para cazar a los lobos. Cuando los perros encontraron a la manada de lobos, la loba blanca los atacó mientras el resto de la manada huía, y aún consiguieron matar a algunos con las escopetas. Los hombres le arrancaron la piel pensando que podrían venderla por su raro color.

    Esa noche la gente despertó asustada por el aullido de los lobos. Cada vez se oían más cerca hasta que hubo un momento en el que los lobos aullaban en las puertas de las casas.

    Los hombres salieron a las ventanas con escopetas para matarlos pero solo veían sombras que desaparecían en la oscuridad de la noche, aunque no podían verlos disparaban donde momentos antes se moviera una sombra, pero no consiguieron que cesaran los aullidos.

    Al salir el sol no hubo más aullidos, los hombres buscaron los cuerpos de los lobos pero no encontraron ni un solo rastro de ellos. Dieron una batida pero ni siquiera vieron a los lobos.

    Esa misma noche los lobos volvieron pero no se conformaron con aullar al pie de la puerta sino que subieron a los tejados de las casas haciendo temblar a todos.

    Al amanecer volvieron a cesar los aullidos y con ellos también pararon los tiros. La gente temerosa se reunía en la plaza del pueblo para decidir qué hacer.

   Unos decían de dar otra batida pero la mayoría pensaban que no eran lobos sino demonios y con estos no valen las batidas porque no se les puede matar. Estaban discutiendo sin saber que hacer cuando una mujer con fama de "meiga", gritó:

-¡Vienen a por la loba! -Callaron las voces y se dirigieron hacia ella.
-Llevadle la piel al claro que hay en el medio del bosque -dijo. Acto seguido se acercó al que había matado a la loba y le ordenó:
-Lleva el cuerpo y échalo sobre ramas de tejo de manera que le de la luz de la luna.

    El hombre hizo lo que le mandó la mujer, mientras el resto de la aldea se apresuraba para llegar a sus casas.

    A la noche volvieron a oír los aullidos pero ya no sonaban en la aldea sino, en el bosque en el lugar dónde habían dejado la piel de la loba. Los lobos le estaban rindiendo el último homenaje a quién fuera su reina.

    Con los primeros rayos de sol cesaron los aullidos y los vecinos no volvieron a ver desde aquella noche a la manada de lobos. Aunque en las noches de luna llena se pueden oír los aullidos y algunos aseguran que en esas noches se puede ver a la luz de la luna a la manada con la loba blanca a la cabeza.


viernes, 11 de octubre de 2013

El armiño y la cierva (Cervantes)

    En el castillo de Doiras vivía un caballero de nombre Froiaz, con sus dos hijos: Egas y Aldara. El hijo de otro señor de un castillo vecino se enamoró de Aldara. Su amor fue correspondido y, pareciéndoles bien a sus padres, la boda se anunció. Una tarde Aldara desapareció del castillo. Padre y hermano, criados y escuderos, el mismo enamorado acompañado de su gente,  fueron en su busca por montes y bosques, por pallozas y caseríos... Después de algunos días de búsquedas infructuosas, dieron por definitiva la pérdida de Aldara, pensando que estaría muerta por algún jabalí, algún oso o devorada por los lobos.

    Un día Egas, estando de cacería, observó una hermosa cierva blanca. De un disparo único y certero acabó con la vida del animal, pero no se diera cuenta de que era imposible llevarla hasta el castillo por su peso excesivo (también puede ser porque la nieve dificultaba la tarea), así que cortó la pata delantera de la cierva (para señalar que el animal le pertenecía, o para poder mostrar un trofeo que diera cuenta de su hazaña).

    Cuando le fue a mostrar a su padre la pata de la cierva, contándole su éxito, asustados, vieron como Egas sacaba de la bolsa una mano; una mano fina, blanca y suave; una mano de doncella hidalga. Y en uno de los dedos de esa mano relucía un anillo de oro con una piedra roja. Padre e hijo se fijaron que aquel era el anillo de Aldara. 

    Con tristeza corrieron monte arriba, hacia el lugar donde Egas le diera muerte a la cierva. Allí encontraron, tendido en el suelo, el cadáver de Aldara, a quien le faltaba una mano.

    Según lo que dice la leyenda algún "mouro" debió encantarla en una cierva, y la muerte se encargó de volverla a su estado natural de doncella. Pero nunca pudo saberse la razón.   


viernes, 4 de octubre de 2013

Galaaz en Galicia (Pedrafita do Cebreiro)

    El rey de los celtas británicos, Arturo (Arthur), congregó a sus caballeros y les pidió que fueran a buscar por todo el mundo el Grial, que solamente podría ser conquistado por un alma pura.

    Uno de estos caballeros era Galaaz, que se pone inmediatamente en camino. Va a través de bosques y montes hasta llegar a una playa donde aparece una solitaria nave con un cáliz de oro bordado en su vela. Galaaz sube al barco y este se hace a la mar, llegando después de dos días de travesía a una costa desconocida para él.

   El caballero desembarca y se adentra en tierra firme, ante sus ojos se extiende un país maravilloso. Galaaz se encuentra con un campesino al que le pregunta en que lugar se encuentra, a lo que el campesino le responde que está por tierras de Galicia.

    Galaaz continúa su camino y, después de muchos valles, encontró al lado de una fuente a una chica que lo recibe con expresión amorosa. Pero Galaaz, fiel a su juramento, logra vencer los deseos de corresponder el amor de la joven y prosigue su camino.

    Como premio a su fidelidad y a su vontad, a Galaaz le es concedido llegar a lo alto del monte do Cebreiro, donde, después de un largo viaje, encuentra el Santo Grial y que, aún hoy se sigue custodiando en la pequeña iglesia de Pedrafita do Cebreiro.


 
    Hay muchos autores gallegos que recogen la materia de Bretaña como: Ramón Cabanillas en A Espada Escalibur, O Rei Artur O cabaleiro do Santo Grial. Álvaro Cunqueiro en Merlín e Familia o As Crónicas do Sochantre. Xosé Luís Méndez Ferrín en Percival e outras historias. Darío Xohán Cabana en Galván en Saor.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Pontes de Gatín (Becerreá)


     Dice la leyenda que un chico del lado izquierdo del río se enamoró de una bella mujer del lado derecho. Como no tenían medios para cruzarlo y así encontrarse, pactaron con el diablo la construcción de un puente a cambio de darle el primer ser vivo que naciera en la casa de la pareja. 

    Rápidamente se celebró la boda de los dos enamorados, quedando ella embarazada al poco tiempo. Mientras, el demonio intermediaba para que no naciera ningún animal, asegurándose así, que el primer ser vivo nacido en la casa fuera el niño

    Con lo que no contó el demonio fue con la "palleira" de la casa, ya que el destino quiso que naciera una camada de gatitos (de ahí la palabra gatín, forma dialectal de esta zona). Entonces el hombre cogió el primer gato nacido y se lo llevó al puente donde se lo entregó al demonio, burlando así del fatal destino que el trasgo les tenía preparados.