viernes, 21 de marzo de 2014

Leyenda de las Catedrales.

     Cuenta la leyenda que si alguna vez llegas hasta esa puerta, hasta ese lugar de mi costa, que marca la división de los dos mundos, descubrirás que el tiempo no tiene más medida que el ritmo de las mareas, o el color del horizonte.

     Si alguna vez te quedas con los pies enterrados en la arena contemplando cómo se abren y se cierran los pasadizos secretos, donde según se dice, duermen los hombres que el mar retiene hechizados en su abrazo de espuma, recuerda que estás bordeando el mayor de los misterios.

     Cada día, o cada noche, nunca a la hora prevista, nunca a la hora exacta, las aristas del umbral se iluminan de soles o de lunas. Ese es un momento mágico en el que, según la leyenda, se podría predecir el futuro y recuperar el pasado.

     Y dicen los viejos marineros que en las horas más oscuras, en las noches en las que la luna desaparece para renacer, unos puntos brillantes marcan los límites y el centro de esa puerta y que son los ojos verdes de las sirenas que iluminan desde siempre, los senderos del mar de regreso a casa.

     También cuentan que si, cuando el límite más bajo de la marea coincide con el momento en que el sol empieza a descender por el horizonte estas frente a esa puerta, puedes pedir un deseo porque ese es un momento en que los dioses están más cerca de ti y más atentos a lo que puedas pedirles.

     Eso se dice de ese lugar, la catedral más misteriosa, mágica y bella del mundo.


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