viernes, 27 de diciembre de 2013

Las lavandeiras (Quiroga)/ (Ribeira Sacra)

    Hay una leyenda que habla de las misteriosas y profundas aguas del río Sil, en la Ribeira Sacra, en la provincia de Ourense, como un lugar de intrigantes cuevas y pasadizos, amores imposibles y seres mitológicos que habitan en sus profundidades.

    Cuanta la leyend que la hija de un noble de Quiroga le gustaba recorrer los montes de los alrededores vestida con ropas vulgares, con el objetivo de pasar desapercibida entre la gente humilde.

    En una tarde de otoño encontró en uno de sus paseos a un joven cazador, que venía de cazar un ciervo con nu ballesta. La doncella, cuya hermosura según se cuenta era la de un hada, se dio a conocer como perteneciente al castillo de Quiroga, mientras que el joven lo hizo como vasallo del señor de Osorio, de Castro Caldelas. Mismamente, la belleza de ambos hizo que se enamoraran en ese mismo instante el uno del otro. Éstes acordaron mantener más encuentro.

    Aquellos encuentros tenían lugar a orillas del Sil y al hacerse frecuentes llegaron a oídos del padre de ella. Don Pedro de Quiroga, que así se llamaba, consideraba a los de Castro Caldelas sus adversarios e indignos de pretender a su hija, motivo por el cual le prohibío volver a ver al chico cazador.

    A pesar de todo, los enamorados se encontraron otra vez en seguida, puesto que había un pasadizo que comunicaba el castillo de Quiroga con un túnel que pasaba por debajo del río Sil y llegaba hasta el castillo de Castro Caldelas. Sin embargo, el padre de la chica se dio cuenta rápido de lo que pasaba y considerándolo un ultraje decidió imponer un castigo a ambos chicos.

    Así, una vez que los amantes entraran dentro del pasadizo para correr uno a los brazos del otro, el padre de ella mandó a sus hombres cerrar las dos entradas del túnel con una gran cantidad de rocas para que éstas no se pudieran volver a abrir.

    De esta forma, se quedaron, bajo las aguas del río Sil, los amantes para siempre.

    De ellos también cuenta la leyenda que fueron progenitores de las lavandeiras, esos seres mitológicos que la creencia popular sitúa en las aguas de este río, y de las que se cree que lavan y pulen las pepitas de oro que el río Sil deposita en su lecho.


viernes, 20 de diciembre de 2013

La recadera (Mondoñedo)

    Se cuenta que un hombre de Silán, en Mondoñedo, se puso a comer al lado de una roca.  En ese preciso momento un pájaro se acercaba a él; miró en el lugar en el que el pájaro había metido y, al no ver ningún agujero ni camino, levantó una pequeña piedra y, al alzarla, encontró un gran tesoro. Había tanta plata y tanto oro, que al hacerse rico el descubridor, donó toda la plata con las que están hechas la cruces parroquiales de las iglesias de Valadouro. 

    Un día un vecino de Viloalle supo que en Madrid había un libro en el que aparecían todos los lugares donde se habían encontrado tesoros. Fue a buscarlo y al abrilo se dio cuenta de que todos los nombres que en él aparecían son los mismos que actualmente.


    

viernes, 13 de diciembre de 2013

El obispo y los normandos (Mondoñedo)

    Sobre el año 1100 llegaron a las orillas de Ribadeo una gran cantidad de naves que venían de tierras nórdicas. Se sabía de veces anteriores que eran fuertes y atrevidos; por eso la gente al conocer la mala noticia, huyeron presas del pánico y llevando todo lo que tuvieran de valor.

    Pronto se supo también en Viveiro de esas embarcaciones que se acercaban a robar todo cuanto fuera posible, matando sin compasión a quien quisiera impedirlo, y al igual que en Ribadeo, todos escaparon despavoridos.

    Algunos que iban a caballo llegaron a Mondoñedo, y fueron a darle la noticia al obispo don Gonzalvo para que dispusiera a sus hombres de armas y poder hacerles frente a aquellos piratas.

    Pero, el pobre obispo, ya viejo, que jamás empuñara una espada, mandó llamar a los feligreses de las parroquias de los alrededores, para darles un sermón.

    - Hermanos: Me dicen que aquellos temidos normandos volvieron a nuestras tierras. Ellos son fuertes y nosotros débiles; ellos tienen armas y nosotros solo tenemos hoces y azadas para el trabajo. ¡Qué Dios se apiade de nosotros! Pidámosle que nos ayude, y rogémosle humildemente que nos ayude a enfrentarnos a ellos. Nuestra fe es lo único que puede salvarnos.

    Pidió enseguida que le trajeran una cruz, y con ella al hombro comenzó a caminar hacia el mar, donde estaban las naves enemigas, cantando una serie de plegarias.

    Todos lo siguieron, en el camino y en las plegarias. Y así fueron hasta un lugar donde se divisaba el mar, y a lo lejos, la gran cuantía de naos que se mecían con el viento que empezaba a soplar.

    La gente, miedosa, decía:

    - ¡Los veis, por allí vienen!
    - ¿Son muchos?- preguntó el obispo, que por su avanzada edad no veía bien.
    - Son tantos que no se pueden ni contar- le respondieron.
    - ¡Dios ayudará a sus hijos!- clamó el obispo, y arrodillándose comenzó a orar ante la cruz que portaba.
    
    Todos lo imitaron; y algunos lloraban asustados.
 
    Cuando después del rezo se levantaron, vieron como, empezando a tronar, algunos de los barcos zozobraban entre las grandes olas del mar.

    Prosiguieron su camino hacia el mar, y siempre que pasaban por algún otero desde donde se podían ver las agitadas aguas, se volvían a detener breves instantes; a hacer nuevas invocaciones y a ver con alegría como las embarcaciones normandas poco a poco iban naufragando.

    Llegaron a un cercado próximo a orillas del mar.

    - ¿Cuantos navíos se ven?- preguntó el obispo.
    - Solamente tres- respondieron felizmente.
    - ¡Dios se han compadecido de nosotros!- clamó don Gonzalvo arrodillado, imitándolo toda la gente.
   
    Cuando se levantaron, ya no quedaba ningún navío flotando sobre el mar, que iba amainando.

    Dicen las crónicas que en aquel lugar se contruyó una capilla, y que es muy milagrosa.


viernes, 6 de diciembre de 2013

Las cuevas del rey Cintoulo (Mondoñedo)

    Las cuevas del rey Cintoulo, están situadas en el monte da Farrapa, en Argomoso, tienen una longitud explorada de 5km. En su interior se encuentran estalactitas y otros tipos de formaciones naturales que le dan un carácter mágico y misterioso. 

    Hay dos leyendas que hacen referencia a estas cuevas:

    La primera cuenta que en la cueva hay una chica encantada que se peina con peines de oro, a la vez que se contempla en un espejo de plata. Quien desencante a la chica se casará con ella y será rico. Pero hay un problema, la cueva está custodiada por una enorme serpiente o dragón que devora a quien intente deshacer el hechizo. A pesar de todos los impedimentos, dos hermanos decidieron intentarlo, pero después de entrar en la cueva no se supo nada más de ellos.

    La segunda leyenda cuenta que en la antigüedad en el lugar donde a día de hoy está Mondoñedo, había otra ciudad llamada Bría.

    Reinaba el rei Cintoulo, que tenía su castillo donde en la actualidad está la cueva. Allí vivía también su hermosa hija, pretendida por muchos chicos.

   Tal día llegó el conde Hollvrudet, del que se enamoró, pero poco después apareció un viejo que venía decidido a casarse con la princesa, y de no aceptar, derrumbaría el castillo. El conde decidió enfrentarse al anciano, y justo cuando le estaba clavando la espada, sonó un trueno que derrumbó la ciudad y el castillo. Cuando el conde recobró el conocimiento, en el lugar solo había una cueva.

   Y la tradición popular afirma que la princesa Xila, está esperando al chico que se atreva a entrar en la cueva para liberar el hechizo que la tiene encerrada allí dentro.