Según la tradición, cuando los
discípulos del apóstol Santiago trajeron su cuerpo, reinaba en Galicia una viuda
llamada Lupa. Fueron a su palacio para informarle de su llegada, a pedirle
ayuda y un carro de bueyes con el que poder sacar el cuerpo de la barca donde
estaba y darle sepultura en lugar decente.
La reina Lupa les dijo que había que pedir autorización a Filotio, legado del
Emperador de Roma. Pero éste, después de informarse y receloso de aquellos
hombres, ordenó que los encerrasen en un oscuro calabozo.
Poco estuvieron en él, una noche y en silencio, un ángel los liberó. Las tropas
del legado salieron en su búsqueda y cuando ya los alcanzaban ocurrió un
milagro. El puente que acababan de cruzar los apóstoles se derrumbó, al intentar
cruzarlo Filotio y sus tropas cayeron al agua.
Al comprobar este hecho, la reina Lupa abrazó la religión cristiana y para
conmemorar el suceso, levantó unas murallas y puso un nombre nuevo a la
localidad “Torés”, en memoria de los toros o bueyes del carro.
La leyenda tiene varios relatos, se dice también que la reina Lupa les da unos
bueyes que en realidad son toros salvajes y que éstos se vuelven mansos como
corderos, la Reina al verlo se convierte al catolicismo.