En tiempos muy remotos, cuando vino Roldán a España, dicen que había en Vilanuide, tres costureras que vivían juntas y solas en un otero apartado de la población. Dice la leyenda que eran tres jóvenes guapas, y que Roldán, un día que las vio al pasar con su caballo, le parecieron tan guapas que pasaba todos los días por allí para verlas.
Y dicen que tanto era su enamoramiento que llegó a hacerles muchos regalos, y hasta protegerlas por los caminos cuando tenía ocasión.
Ellas huían de él y le decían que no querían escucharlo, puesto que creían que Roldán no venía con buenas intenciones, y que quería burlarse de ellas. Pero él no se conformaba con poco, y todas las tardes las cortejaba y enamoraba, y hasta pensaba llevarselas a Francia.
Entonces ellas, ya cansadas de verlo rondar la casa día tras día, una tarde que venían de Puxares, se enfrentaron a él, y le dijeron que no se cansase más en seguirlas, que no iba a conseguir nada. Pero él nunca se daba por vencido, y porfió que, si no se entregaban por las buena, sería por las malas. Y tuvo el atrevimiento de preguntarles cuando podía ir a buscarlas. Ellas le respondieron:
- Hemos de ir contigo a Francia cuando venga el río Xares por delante de nuestra casa.
Le dijeron eso porque lo creían imposible, ya que por aquel entonces el río Xares pasaba más adelante.
Roldán al escucharles esto, no se desanimó, todo lo contrario, pues el caso es que, valiéndose de un meigallo o hechizo, fuese por la noche, y cambió sin más el discurso del río. Al amanecer los vecinos se dieron cuenta de lo que pasaba, y vinieron todos gritando hasta la puerta de las tres chicas.
- Costureras de Puxares
venid a lavar las piernas
a las aguas del río Xares.
Ellas se despertaron, y se asustaron al ver el río al lado de su casa, y con esto, salieron corriendo como almas en pena, sin que las viese Roldán, que estaba esperando, y cogieron un atajo. De esta forma se salvaron de ser presas de los franceses o de los mismos vecinos.
Se fueron corriendo hacia el valle de Valdeorras, a seis kilómetros de Vilanuide. Los soldado fueron a contarle la noticia de la huída a Roldán, que estaba muy contento.
Así que escuchó aquello, y se fue a seguirlas todo enfurecido.
Ellas pudieron pasar el río, no se sabe si volando como brujas o con ayuda del diaño. De esta forma Roldán quedó en un lado y ellas en el otro. Y lo que Roldán no sabía es que éstas se dirigían hacia dónde actualmente está Rúa.
Cuando creyó que no las vería nunca más, en Valencia do Sil, las vio a los lejos y con el río Sil por medio.
Tanta era la rabia que tenía, que empezó a correr con su caballo y éste dejó la huella de las herraduras en el camino, y a día de hoy aún siguen allí.
Las costureras al ver que se les estaba acercando, se echaron al suelo para invocar al demonio y pedirle que antes de ser atrapadas por Roldán preferían convertirse en mármoles. El demonio apareció, y en un abrir y cerrar de ojos, las transformó en tres piedras. Roldán, al ver esto, enloqueció.
Actualmente esas piedras aún se pueden ver, aunque están ya desgastadas por las lluvias.
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