Sobre el santuario existen diversas leyendas sobre el gran poder de la Virgen de los Milagros:
Una de ellas narra como la Virgen evitó que
los franceses en 1809, entraran con sus caballos en el templo y profanarlo,
aunque estos lo intentaron varias veces.
Otra nos cuenta que el criado del señor de
Vilaguisada salió una noche a beber con unos conocidos, los cuales mataron al
criado y lo dejaron delante de la puerta de su amo. La justicia consideró que
el autor del crimen había sido el propio amo y lo detuvieron aunque el señor
con insistencia negaba su culpabilidad. Antes de ser juzgado, pidió rezarle a
la Virgen, acto que le fue concedido. En el camino, delante de un lugar llamado
Fontetián donde había una fuente ligada al culto de la Virgen, le pidió a los
guardias que le dejasen beber de ésta; al probar el agua las cadenas del reo se
abrieron. Los guardias volvieron a ponérselas y lo llevaron al santuario. Allí
al rezar las primeras oraciones, las cadenas volvieron a soltarse, cayendo al
suelo, quedando así demostrada su inocencia. Este señor ha sido enterrado en el
lado izquierdo del altar, y se asegura que en su entierro, la comitiva cubría
una distancia de tres quilómetros.
La última, cuenta que en una casa
llamada Pozo, cerca del santuario, hubo un incendio en un pajar situado muy
cerca de la vivienda familiar. Las llamas eran tan grandes que amenazaban
con propagarse y destrozar la cogida de aquel año. Un miembro de la familia
acudió a la rectoral, rogándole al párroco que le dejase llevarse la imagen de
la Virgen a su casa y una vez la imagen llegó al lugar del incendio, el viento
cambió de dirección, de manera que el peligro de propagación cesó.
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